La Parálisis Cerebral es un término empleado para describir un grupo de trastornos que afectan al movimiento y la coordinación muscular.
El grado en el que esta condición de salud afecta a cada persona es diferente, y viene determinado por el momento concreto en que se produce el daño; así podemos encontrarnos con personas que conviven con una Parálisis Cerebral que resulta apenas perceptible, desarrollando una vida totalmente normal, frente a otras que necesitan del apoyo de terceras personas para realizar las tareas más básicas de su vida diaria.
La definición científica de Parálisis Cerebral descrita por Rosenbaum es la siguiente:
“La Parálisis Cerebral (PC) describe un grupo de trastornos permanentes del desarrollo, del movimiento y la postura, que causan limitaciones en la actividad y que se atribuyen a alteraciones no progresivas ocurridas durante el desarrollo cerebral del feto o en la primera infancia. Los trastornos motores de la PC están a menudo acompañados por alteraciones de la sensación, percepción, cognición, comunicación y conducta, epilepsia y problemas musculo-esqueléticos secundarios.” (A report: the definition and classification of cerebral palsy).
Desglosando esta definición, podemos destacar que:
Es permanente: lo que implica que la lesión neurológica es irreversible y persiste a lo largo de toda la vida.
La lesión no cambia, es inmutable: El daño neurológico no aumenta ni disminuye aunque las consecuencias pueden cambiar hacia la mejora o el empeoramiento.
Produce una alteración del sistema neuromotor: esto incide en aspectos físicos como la postura o el movimiento.
La lesión no es degenerativa: esto es, no aumenta ni disminuye.
La lesión se produce antes de que el desarrollo y crecimiento del cerebro hayan concluido: Puede ocurrir durante la gestación, el parto o los tres primeros años de vida del niño o niña. Un período de tiempo en el que el sistema nervioso central está en plena maduración.
La lesión también puede afectar a otras funciones: como la atención, la percepción, la memoria, el lenguaje y el razonamiento. El número de funciones dañadas depende, por un lado, del lugar, tipo, localización, amplitud y disfunción de la lesión neurológica, y por el otro, por el momento en que se produce el daño (nivel de maduración del cerebro).
La lesión interfiere en el desarrollo del Sistema Nervioso Central: Una vez producido el daño éste repercute en el proceso madurativo del cerebro y, por tanto, en el desarrollo del niño o niña.
Para afrontar esta condición de salud es muy importante que la persona reciba una atención adecuada y se estimule su desarrollo, especialmente en los aspectos que sufran las consecuencias de la lesión. De este modo se pueden lograr las mayores cotas de calidad de vida para la persona.
Conviene confiar en los consejos de un equipo multidisciplinar (socio-sanitario) que valore de forma global a la persona y elabore programas que favorezcan su desarrollo. Ellos darán las pautas de autonomía, independencia, cuidado, manejo e interacción que se ajusten a sus características individuales y las de su entorno.