Ayer nos dejó Ana Mari.
No es fácil dejar marchar. Decir adiós duele, es triste y la melancolía se apodera de ti. A veces es necesario, a veces opcional y otras muchas veces es el reloj de la vida quien precipita la despedida sin pedir perdón ni permiso. Pero siempre estarás en nuestro corazón.